dD: ¿Cuándo se puede decir que un trabajador sufre algún tipo de acoso en su empresa? Es decir, ¿cuál es la línea entre el acoso y situaciones de presión o estrés?
R: No es acoso laboral:
1. Un enfrentamiento puntual con el jefe por una discusión laboral (roce laboral) o con un compañero por una cuestión laboral o no.
2. La antipatía entre jefe y empleado.
3. El exceso de carga en el trabajo.
4. El desgaste personal por exceso de trabajo (se conoce como burn-out).
5. El acoso sexual.
Es acoso laboral:
1. La presión laboral que pretende la autoeliminación del trabajador, marchando de la empresa o a través de una baja médica.
2. Hacer el vacío a la víctima (risas, darse la vuelta, miradas son una fuerte forma de presión). El grupo acosador sabe que no resistirá psicológicamente y se marchará "aparentemente de manera voluntaria" de la empresa. Hacer el vacío a una persona que es sociable por naturaleza es una de las formas más graves de debilitar a cualquier ser humano que necesita de los demás para convivir. Esto ocurre en el mobbing horizontal. En el mobbing descendente es más difícil porque el hostigamiento del jefe no suele provocar el vacío precisamente (broncas, rigidez injustificada, órdenes mal dadas, etc.)
3. Acosado y acosador tienen un vínculo laboral.
4. La presión se ha de realizar en el lugar de trabajo.
5. Que sea tendencioso, es decir, que la finalidad sea hacer daño. Dañar la salud psicológica de un trabajador es tendencioso.
6. Que el hostigamiento se prolongue en el tiempo (algunos manuales hablan de seis meses seguidos como suficiente).
Hay un elemento común como objetivo: Lo que se busca en todos los casos es que el acosado abandone su puesto.
dD: ¿Qué se debe hacer ante una situación de ‘mobbing’? ¿A dónde hay que dirigirse?
R: Se debe denunciar ante el representante de los trabajadores o comité de la empresa; el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales; el órgano de personal; el director o jefe superior o ante el Defensor del Pueblo (Síndic de Greuges en Cataluña o Ararteko en el País Vasco). Realmente, no tienen excesiva fuerza real, pero toda la ayuda es poca y servirán para hacer presión en tu favor.
Portada del libro
dD: ¿Cuál es el perfil del trabajador que sufre acoso laboral en España? ¿Se podría decir algún sector o actividad en el que el ‘mobbing’ se dé más?
R: En cuanto al perfil hay que distinguir entre dos tipos.
Tipo I:
Íntegras, estables y con alto sentido de la justicia.l
Autónomas y con elevado nivel de iniciativa propia.l
Notable capacidad de trabajo.l
Carismática y con capacidad de liderazgo.l
Elevada empatía.l
Tipo II:
Moderadamente inseguras, ingenuas y complacientes.l
Con dificultad para expresar emociones.l
Introvertidas y tímidas.l
Se someten porque no toleran la inseguridad que genera el conflicto.l
Prudentes constantes, trabajadores, pero con falta de confianza personal.l
En cuanto a la segunda pregunta, sin lugar a dudas y en contra de lo que aparentemente pueda parecer, se da mayoritariamente en la Administración pública. Las características son:
Alta competitividad social.l
Mala organización de trabajo.l
Indefinición de funciones.l
Ausencia de métodos eficlaces para resolver conflictos.
El grupo suele escurrir el bulto y negar encubiertamente la ayuda a la víctima.l
dD: El perfil del acosador, ¿cuál es?
R: Un hostigador es un ser mediocre, un trepa, un incompetente, un lobo con piel de cordero. Es una persona infeliz, pues nadie satisfecho con su vida se dedicaría a hacer daño a nadie .Es un egoísta. Los demás sólo le interesan para lograr sus objetivos. Javier Ignacio Prieto, abogado que colabora en el libro, califica al acosador como “un delincuente de guante blanco” y Josep Puig, psicólogo clínico que trata habitualmente con víctimas de ‘mobbing’, dice que son “verdaderos asesinos que matan en silencio y con total impunidad”.
Además no hay que olvidar el apoyo del entorno al acosador. Esos testigos mudos que piensan que con ellos no va, que miran hacia otro lado cuando ven una denigración o una conducta hostil, incluso apoyan y actúan junto al que creen será el ganador seguro: el acosador. Si esos testigos mudos no existieran, no existiría jamás el acoso.
dD: ¿En qué medida afecta a la productividad de un trabajador ser víctima de acoso laboral?
R: El ‘mobbing’ no es un juego patológico con resultado cero en el que el fracaso de uno permite la victoria del otro. Al contrario, aquí pierden todos: la víctima en primer lugar (por las consecuencias tan negativas para su salud) pero también la empresa, ya que el clima de tensión lleva a una caída generalizada en el rendimiento.
Cuando el acosado no cuenta con estrategias de afrontamiento eficaces y no hay apoyo social o es muy escaso, incluso si lo hay, pero no es efectivo, perderá totalmente la salud.
La Administración pública es la que registra más casos de acoso laboral, según explica Peña
dD: Al igual que ocurre con víctimas de otras agresiones, ¿sufrir ‘mobbing’ puede dejar secuelas de por vida?
R: Sí, fobias, excesiva desconfianza en los demás, mareos, problemas de tics nervioso, lapsus de memoria, etc. En fin, como bien dice en mi libro Joaquim Vilargunter, presidente de la asociación contra el mobbing en Cataluña AVALC, www.avalc.es, las secuelas dependerán de la edad de la víctima, de la intensidad del acoso y del apoyo del entorno más cercano.
dD: En su libro se ha rodeado de expertos como son jueces, abogados, catedráticos, psiquiatras, psicólogos… éstos últimos ¿qué consejos dan?
R: Que la víctima debe ir con la cabeza muy alta, no hizo nada malo, no debe callarlo, los que deben sentir vergüenza de sus actos son los acosadores y, este libro y esta entrevista y todo lo que se pueda hacer para divulgar el tema, debe servir para que las víctimas se atrevan a denunciarlo. Todo el mundo debe ser tratado con dignidad, sea cual sea su origen, raza, creencias, estilo de vida, etc.
dD: Con la crisis, ¿se detectan más casos de acoso?
R: En la empresa privada, ante el miedo a ser echados, hay muchos “pelotas” con ganas de pisar y se aguanta lo indecible, pero en la empresa pública éste no es el caso.
dD: ¿Cree que las empresas y la Administración están preparadas para gestionar este tipo de casos?
R: En la Administración tienen excelentes protocolos de prevención de riesgos laborales. El problema es que no se ponen en práctica y dejan a la víctima totalmente sola y aislada. En la empresa privada, aún están más lejos.
dD: ¿Cuál debería ser el rol de los sindicatos en esta materia?
R: El “debería” de su pregunta ya dice que no lo hace aún. Los sindicatos, hoy por hoy, se limitan a aconsejar a la víctima que recurra al servicio jurídico que será un poco más asequible y poco más.
Deberían luchar junto a la víctima. Los que realmente luchan son las asociaciones, creo que no están suficientemente reconocidas y en realidad son las únicas que de verdad apoyan y ayudan a las víctimas, haciéndole ver que su caso no es único y aconsejando todo tipo de salidas, terapéuticas, de mediación y jurídicas, si es necesario.
dD: Como experta en este tema, ¿cuántos casos cree que se denuncian y cuántos quedan ocultos por el temor al trabajador a perder su empleo?
R: Yo no soy experta en absoluto, expertos son los colaboradores que han participado en el libro. Soy una víctima que ha pasado por todas las etapas posibles, eso sí.
Por miedo, no se denuncian muchos casos de maltrato laboral. En la Administración, se pide traslado o se piden bajas largas que acaban en incapacidad permanente total o absoluta por la pérdida de salud.
Por desgracia, la gran mayoría de casos quedan ocultos. Mi consejo es que se denuncie, si la salud lo permite. Se gana, aunque sólo sea en dignidad.
dD: ¿Ampara la Ley como debiera a los trabajadores acosados?
R: Sí, lo que falta es sensibilidad o incluso “formación suficiente” para ponerla en práctica.
dD: ¿Considera que la sociedad es consciente de esta problemática?
R: Por desgracia, no. El acoso escolar lo he vivido como profesional de la enseñanza, más de una vez, y todo el mundo se pone de parte de la víctima. En el acoso sexual, lo mismo, pero desgraciadamente, en el acoso laboral, dado que la mayoría de acosadores son personas con poder o incluso, cargos de libre elección, la víctima no tiene la consideración social que debería. Tendemos a apoyar al que sabemos que es el ganador seguro y no será nunca la víctima.